Salmo 2 El reino del ungido de Jehová


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Los salmos han alimentado la piedad popular y han sido la oración de Jesús. Son todavía la base del oficio litúrgico que recitan hoy en día varios centenares de miles de religiosos, religiosas, sacerdotes, diáconos y laicos. Como muchos salmos, el tema del Salmo 2 se enfatiza en el versículo final. Podemos desafiar a Dios y perecer, o podemos entregarnos a Él y ser bendecidos. El salmo en sí no identifica a su autor. El salmista parece que está genuinamente desconcertado. Las gentes no tienen ninguna razón para amotinarse en contra de Dios y éstos no tienen ningún beneficio en airarse en contra de Él. Su oposición hacia Dios no es nada más que cosas vanas.

96) Rendidos ante su Majestad nuestro Dios | Iglesia Bautista Victoria en Cristo

El mensaje central de David fue que Dios vencerá a todos los que se oponen a Él y a Su ungido. Entonces, en lugar de luchar contra ellos, uno debe rendir homenaje al ungido y confiar en Dios

La Victoria de Dios y el enfrentamiento de los pueblos

El salmista parece que está genuinamente desconcertado. Las gentes no tienen ninguna razón para amotinarse en contra de Dios y éstos no tienen ningún beneficio en airarse en contra de Él. Su oposición hacia Dios no es nada más que cosas vanas. Los que se oponen a Jehová y a Su Ungido piensan en Dios como portador de esclavitud. Esta actitud es evidencia de una locura espiritual porque Dios es alguien que libera de la esclavitud, no un portador de esclavitud.

“Para un cuello sin gracia el yugo de Cristo es intolerable, pero para el pecador salvo es fácil y ligero … Podemos juzgarnos a nosotros mismos por esto, ¿amamos ese yugo o deseamos expulsarlo de nosotros?”. (Spurgeon)

¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. (Salmos 2: 1 al 3).

Dios tiene el control absoluto

«Él que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos».

Esa risa de Dios no es una risa de humor. La situación no tiene nada de divertida. ¿Entonces qué clase de risa es? Bien, mirémoslo desde el punto de vista de Dios, y vemos al hombre en su pequeñez, como una miniatura, presentándose amenazadoramente delante de Él, agitando su puño y desafiándole. Imaginemos a Dios contemplando esta escena ridícula. ¡Cómo no reír ante esta patética demostración! Esa escena no durará mucho tiempo. ¡Cuántos tiranos han desafiado a Dios, como quien desempeña un brevísimo papel en el escenario de la vida y en un momento, su actuación llegó a su fin, y la historia los ha arrinconado en el olvido.

El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor. Y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey

Sobre Sion, mi santo monte. (Salmos 2: 4 al 6).

El decreto de Dios hacia las naciones.

Yo publicaré el decreto: El siguiente pasaje indica que este es el Ungido mismo de Jehová hablando. Él publicará el decreto que Dios Padre le habló. Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy: El Ungido de Jehová recuerda lo que Dios el Padre le habló, identificándolo como el Hijo del Padre y enfatizando Su condición de engendrado del Padre.

Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás. (salmos 2: 7 al 9).

La cámara enfoca al Espíritu Santo

Bienaventurados todos los que en él confían: Los que desafían a Dios son quebrantados, pero los que dependen de él son bienaventurados. El salmista deja la elección a todos: ¿quebrantado o bienaventurado? En estos últimos pasajes vemos como Dios ya se revelaba lo que hoy se como “Cree en Jesucristo, arrepiéntete de tus pecados y serás salvo”.

Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;Admitid amonestación, jueces de la tierra.Servid a Jehová con temor,Y alegraos con temblor.Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;Pues se inflama de pronto su ira.Bienaventurados todos los que en él confían. (Salmos 2: 10 al 12).

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