Oración: qué es, cómo orar, razones por las que debemos orar


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Cuando nos dirigimos a Dios, cuando elevamos nuestras súplicas al Señor, estamos orando, porque orar es conversar con el Creador. Erróneamente hay quien piensa que orar es leer una Oración repitiendo un texto escrito por alguien. Sin quitar méritos a estos escritos, estos sencillamente son palabras previamente plasmadas que no necesariamente expresan los sentimientos de quienes en un momento dado las leen.

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Orar es hablar con Dios, por tanto la Oración es el momento en el cual cada quien elige para conversar con su mejor amigo que es Dios. Se ora cada vez que establecemos contacto espiritual con el Ser Supremo, bien porque vamos a agradecerle por algo, o vamos a pedirle ayuda o simplemente deseamos hablar con un verdadero amigo.

Para que conversemos con Dios y Él escuche nuestra palabra debemos agradarle y para ello es necesario dar cumplimiento a sus exigencias contenidas en los mandamientos que nos ha dado (Juan 3: 22).

¿Qué es orar?

Orar es abrir nuestro corazón a Dios, para manifestarle nuestros sentimientos, haciéndolo con la mayor sinceridad y habiéndonos arrepentido de todas las faltas que hayamos cometido.

La Oración es un acto entre Dios y nosotros, a través de la cual buscamos y obtenemos la comunicación directa con Él, de allí que lo aconsejable es que se haga con el mayor recogimiento posible, aislados de toda condición distractora.

Orar es desear pasar el mayor tiempo conversando con Dios, ya que a pesar que Él ya conoce de nuestras necesidades y de nuestros pensamientos, como Padre que es, necesita y desea oír las palabra de sus hijos. Con la Oración se fortalece la relación con Dios, aumenta la cercanía compartiendo los pensamientos, las dudas y los temores, Él en recompensa solucionará muchos de nuestros problemas.

¿Cómo se debe orar?

El propio Jesús habla de la oración (Mateo 6: 5-8) y dice que no se debe hacer con hipocresía, haciéndolo para que los demás vean que se está orando, tampoco debe hacerse con palabras rebuscadas para que los demás ensalcen nuestro vocabulario.

Una manera sencilla para estructurar nuestros momentos de oración es empezar humildemente alabando y adorando a Dios, expresándole nuestra confianza y fe, después se pueden expresar nuestras peticiones de momento, solicitamos el perdón por nuestras faltas pidiéndole fuerza para enfrentar las tentaciones y el mal y se termina, alabándole nuevamente y agradeciéndole por todo lo que nos proporciona.

Todo lo anterior debe hacerse con humildad a la vez que damos fe de la grandiosidad de Dios.

El mejor ejemplo de Oración para comunicarnos con Dios

Se le ha llamado Oración modelo y fue enseñada a sus seguidores por el mismo Jesús (Mateo 6: 9-13) y es conocida como el Padre Nuestro. Esta sencilla Oración permite el acercamiento a Dios cumpliendo con lo fundamental al momento de orar.

Inicialmente al dirigirnos al Señor reconocemos su santidad, le pedimos su presencia entre nosotros y nos acogemos a su voluntad que debe ser cumplida en la Tierra como es cumplida en el Cielo, con lo cual expresamos absoluta confianza en su reinado.

Luego le pedimos que nos provea de lo necesario para cubrir las necesidades físicas que se nos presenten durante el día y más importante aún las espirituales. Inmediatamente instamos a Dios que perdone nuestras faltas y pecados, en el entendido que también nosotros perdonamos a todos quienes nos hayan ofendido. Finalmente, le suplicamos que nos proteja de todo mal y nos de fortaleza para no volver a faltarle en el cumplimiento de sus mandamientos.

Razones para orar

La principal razón es que la Oración nos aproxima a Dios, dándonos la inmejorable ocasión de decirle todo lo que pensamos, de solicitarle su ayuda y pedirle que nos llene de sus bendiciones y sabiduría. Cuando se ora lo que simplemente se está haciendo es acercarse al Señor, cumpliendo así lo que nos indica Santiago:

“Acérquense a Dios y Él se acercará a ustedes” (Santiago 4: 8).

Pueden ser mencionadas razones más específicas para orar; entre ellas está la de glorificar a Dios y esto se hace cuando se le pide de acuerdo con su voluntad y en nombre de Jesús (Juan 14: 13). Debe tenerse presente que Dios desea todo lo bueno para nosotros, pero se le buscar y pedir para incentivar nuestra comunicación con Él, quien ha dicho:

“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá” (Mateo 7: 7-9).

Otra de las razones para orar es que por medio de la Oración se nos otorga sanidad espiritual y física y recibimos además, la paz de Dios. Todas nuestras preocupaciones podemos presentarlas ante Dios, entregándoselas y agradeciéndole por no tener que afrontar solos nuestros problemas, en el entendimiento que la Oración tiene un inmenso poder (Corintios 5: 21). Es tanta la paz espiritual que confiere la Oración que nos permite entender las dificultades sin inquietarnos, con la esperanza y la certeza que obtendremos la ayuda del Creador.

Beneficios de orar a Dios

La Oración es una eficaz herramienta para obtener la sanidad espiritual, ya que al pedir por medio de ella el perdón de nuestras faltas conseguimos nuestra santificación, especialmente cuando se ora con recogimiento, encomendando nuestra vida a Dios y acogiéndonos a su voluntad.

Otro beneficio es que nos fortalece para vencer las tentaciones que en ocasiones pueden ser tan sutiles que no las notamos; con la Oración obtenemos poder para sobrellevarlas y sabiduría para actuar correctamente.

La Oración nos prepara para las dificultades y nos da energía para cuando estas se presentan. Para semejarnos a Jesús en sus sufrimientos, el ser humano no está libre de amarguras de cualquier índole y en estos casos la Oración es eficaz.

Reflexiones finales

Debemos siempre acercarnos con confianza a Dios para recibir sus bendiciones, de manera que tengamos su misericordia en los momentos cuando la necesitemos.

Para los creyentes la Oración es trascendental, no debe ser vista como una actividad más en nuestras vidas, sino que se debe asumir como una disciplina que se hace constante y persistentemente. El mismo Jesús fue una continuo practicante de la Oración, haciéndolo siempre son sumisión y reverencia hacia Dios Padre. Este debe ser el mejor ejemplo a seguir para cultivar siempre la práctica de la Oración y haciéndolo como lo hizo Dios Hijo; pidiéndole además al Espíritu Santo que nos ilumine y nos de las palabras más adecuadas para orar con sabiduría y de acuerdo a la voluntad del Señor.

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