La esperanza, la caridad y la fe son las tres virtudes de la teología cristiana. Es a través de la esperanza que el hombre manifiesta su confianza en Dios y alcanza la vida eterna. Esperanza es confiar en Dios, y nace de la seguridad que tenemos que nuestro Señor nos ama y él es eternamente fiel a sus promesas. La esperanza a la que hace alusión las Sagradas Escrituras no son los pensamientos positivos que podemos tener sino nuestra confianza y certeza en Dios.
Esperanza en latín «spes» que significa esperar y es un valor o virtud por el cual la persona tiene la convicción de poder sobrellevar las dificultades y con fe inquebrantable y consuelo en el Señor alcanzar o superar las metas u obstáculos que vive en cualquier momento de su vida.
La confianza y la esperanza son el sustento de la fe y solo a través de la fe profunda y sincera podemos acercarnos a Dios y confiar plenamente en sus promesas de la vida eterna.
La esperanza de todo cristiano es seguir a Dios, vivir bajo sus preceptos y confiar con alegría en la resurrección y la vida eterna en el reino de Dios.
Como toda virtud, la esperanza se debe cultivar con la confianza plena en nuestro Señor, con la oración constante y sincera e implorando a Dios nos llene el corazón de sus promesas y misericordia en todo momento y en todas las situaciones, alegres o difíciles que enfrentemos en la vida.
La esperanza es uno de los sentimientos más humanos que podemos sentir; a través de ella podemos ser capaces de soportar situaciones difíciles, de crecer como personas, de ayudarnos los unos a los otros y conseguir las fuerzas y la motivación para continuar y vivir. Por todo esto la esperanza, nos dice la biblia, es segura y firme, es buena, nos da la certeza en Jesucristo y en su eterno amor hacia nosotros y es fuente de alegría y fortaleza en nuestro Padre eterno.
Con esperanza el verdadero cristiano espera y confía aun en los momentos o pruebas difíciles, pues esta virtud nos impulsa, con la gracia de Dios, a continuar firmes, fieles y optimistas hasta el fin de la prueba o de la meta alcanzada. También la esperanza nos da paciencia y estas dos virtudes están unidas en el corazón del verdadero cristiano.
A continuación traemos algunos versículos para renovar la esperanza:
Versículo 1
¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!
Salmos 42:11
En este hermoso salmo se refleja nuestra fe y esperanza que el Señor siempre está cuidándonos y protegiéndonos. En todos los momentos de nuestras vidas, Dios es la fortaleza y el consuelo de todas nuestras angustias y dificultades. El Señor nos guía, nos protege y cuando entregamos nuestras angustias a El nos aliviamos espiritualmente y tenemos la fuerza necesaria para alcanzar nuestros propósitos y metas.
En los momentos difíciles o angustiantes nos separamos de Dios por nuestras debilidades como humanos, pero si volvemos nuestra mirada hacia nuestro Padre Celestial y su hijo Jesucristo y confiamos con fe y oración profunda comprenderemos que solo El puede calmar nuestras angustias y ayudarnos a seguir por el camino correcto, guiados por su eterno amor.
Versículo 2
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Romanos 15:13
Dios es amor y es el Dios de la Esperanza. Cuando creemos eternamente en El y en sus promesas nuestras vidas se llenan de gozo y alegría, así como de las bendiciones de nuestro Padre.
El cristiano está lleno de esperanza cuando el Espíritu Santo crece en su corazón y está lleno de amor para recibir todas las bendiciones de nuestro Padre y los frutos benditos de El.
La fe y la esperanza son inseparables por ello debemos aumentar nuestra fe y nuestra esperanza crecerá con el amor y la gracia de Dios. La esperanza nos da alegría y paz; nos protege, nos da fuerza y empuje para vivir y salir delante en todo momento.
Versículo 3
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
Hebreos 11:1
La fe es el mayor de los dones que podemos recibir y cultivar a través del Espíritu Santo y Dios nuestro Señor. Cuando la fe es profunda, sincera y verdadera no necesitamos ver, oir o tocar, simplemente creemos. Con nuestra fe podemos lograr lo inimaginable y vivir en la esperanza de que todo en lo que confiamos y por todo lo que hemos hecho conseguiremos la vida y la gracia en Dios. Solo los incrédulos y sin fe necesitan pruebas para entender y sentir la verdad, pero en ellos no hay cabida para la gracia y el amor de dios.
Versículo 4
Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.
Mateo 11:28
Jesucristo nuestro Señor nos invita a que confiemos en él y lo sigamos con fe absoluta pues él representa y es la vida. Jesús vino para limpiar nuestros pecados, para que pudiéramos ser salvos y poder gozar de todas las bondades que el Padre nos ha prometido, vino al mundo y se hizo hombre para ayudar al pecador, para fortalecer al débil y para enseñarnos que él es el camino para que nuestra alma y nuestro ser vivan plenamente en la alegría, la paz y la bondad. Confiar y amar a Dios es la manera más hermosa de dar paz al alma y recuperar fuerzas para continuar todas las labores que tengamos por delante de nuestras vidas.
Versículo 5
Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.
Romanos 5:3-5
Cuando atravesamos momentos difíciles en nuestra vida y cuando el dolor y el sufrimiento empañan nuestra alegría y paz, debemos perseverar y confiar en Dios nuestro Señor. Todos los cristianos tenemos las bendiciones de Dios para soportar, aprender y saber que las situaciones difíciles son momentos para aprender, corregir y crecer como personas. Cuando la esperanza habita en nuestros corazones y nuestras vidas están puestas en nuestro señor Jesucristo, soportar y superar el sufrimiento es más fácil por la gracia de Dios y del Espíritu Santo que nos acompañan en cada paso que damos en nuestro diario vivir.
Versículo 6
Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa.
Hebreos 10:23
Dios nuestro Señor, Jesucristo su hijo y el Espíritu Santo están llenos de infinita misericordia y amor por nosotros sus hijos y nos piden que jamás dudemos pues ellos son eternamente fieles a sus promesas. Nunca, si nuestro corazón está lleno de la gracia de Dios, podemos dudar de Él. La esperanza es uno de los dones más hermosos que podemos profesar a nuestro Señor pues a través de ella le demostramos fidelidad y confianza. El Señor siempre está con nosotros y debemos mantenernos firmes en nuestra fe.
Versículo 7
La esperanza frustrada aflige al corazón;
el deseo cumplido es un árbol de vida.
Proverbios 13:12
Cuando nos encontramos en situaciones difíciles, sufriendo una enfermedad o por la muerte de un ser querido muchas veces perdemos la esperanza y nos alejamos de Dios por no sentir que él nos escucha, pero en momentos difíciles es cuando más nos debemos aferrar al amor y a la oración a nuestro Señor, pues solo él conoce lo que es verdadero para nosotros.
No siempre lo que deseamos es lo mejor y no siempre los momentos difíciles son lo peor, pues de todas estas situaciones, si creemos en Dios, podemos aprender y crecer como personas. Con esperanza seremos capaces de mover montañas, sin ella solo el dolor y la desolación llenan nuestra alma. Confiemos en Dios y demos hermosos frutos de sabiduría, amor, comprensión y compasión.
Versículo 8
Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor;
yo espero en el Dios de mi salvación.
¡Mi Dios me escuchará!
Miqueas 7:7
Creer firmemente en Dios, seguir sus enseñanzas y confiar en Él nos libera del miedo y de la incertidumbre. El Señor nos prometió que estará siempre con nosotros, jamás nos dejara y solo espera que le permitamos entrar en nuestras vidas, porque él es la salvación y la paz; él es la vida eterna. Todas nuestras esperanzas, expectativas y sueños debemos entregarlas a Dios para que nos enseñe y nos guie en la vida. La oración directa y sincera con Dios nunca debe faltar pues él nos escucha y sabe lo que necesitamos antes de que lo digamos. Dios es amor y esperanza eterna.
Versículo 9
No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha.
Isaías 41:10
En este versículo Dios nos enseña que podemos vencer todos nuestros temores y miedos cuando nuestra fe y confianza están puestas en El. Todas nuestras preocupaciones y el día a día nos agobian y nos alejemos de nuestro Señor, pero debemos confiar en él siempre y no apartarnos, pues la paz y la tranquilidad vienen de la fe en nuestro Señor, quien siempre está dispuesto y pendiente de cada uno de nosotros. El Señor está presente en nuestras vidas y es nuestra fortaleza y descanso, es quien nos levanta y nos alienta en todos los momentos de nuestra vida.
El Señor es nuestro sustento, por eso debemos confiar en El y entregarle todas nuestras tribulaciones, nuestras dudas y problemas y confiar pues con su amor llenara nuestras vidas y aliviara nuestras aflicciones, borrando nuestros temores. Confiar en Dios con un corazón humilde permite alcanzar la libertad, la paz y la seguridad de superar las dificultades de la vida.