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Una vez un sacerdote cristiano visitó un hospital psiquiátrico. Mientras pasaba por los dormitorios observando los pacientes en su lamentable desequilibrio mental el director de la institución le dijo: si la mitad de estas personas creyeran en el perdón serían dadas de alta. Muchos males espirituales, emocionales y hasta físicos surgen por el sentimiento de culpa. El pecado destruye nuestras vidas, pero ¿qué hacemos con esto y cómo podemos librarnos de la culpa y sus terribles consecuencias? En la biblia se apunta a la salida. Recibimos el perdón de Dios gratuitamente, no con equis cantidad de rezos, indulgencias o estudiando el año bíblico. Jesucristo pagó el precio, el perdón de Dios es la medicina gratuita que nos cura del pecado, entonces, ¿cómo conseguirla? Existen varias maneras de recibirla, algunas de ellas las compartimos a continuación.
Recibo el perdón de Dios cuando confieso mis faltas
Confesar nuestros pecados es como reconocer que estamos enfermos y que necesitamos curación. Debemos confesar a Dios todos nuestros errores a través de la oración y reconocer la necesidad de Jesús como salvador para apropiarnos de su perdón, porque solo Él es nuestro intercesor delante de Dios. No tengamos miedo de acercarnos a Dios para confesar nuestros pecados ya que en el tribunal divino quien confiesa de corazón siempre es perdonado.
Recibo el perdón de Dios cuando me arrepiento y cambio mi manera de vivir de todo corazón
Jesucristo nos llama a arrepentirnos todos los días. La palabra arrepentimiento viene del griego “metanoia” que significa tomar otra dirección opuesta a la que se está yendo, es decir, es hacer una conversión igual que el ejército cuando va marchando. El arrepentimiento sincero implica un cambio en nuestra manera de vivir pero nadie sino solo el Espíritu Santo es quien pone en nuestro corazón la tristeza que es según Dios por el pecado cometido y el deseo de abandonarlo. Dejar de avanzar hacia donde nos llevan nuestros malos pensamientos e ir en dirección a Dios es la mejor decisión ya que Él es el especialista en perdonar pecados y transformar vidas.
Recibo el perdón de Dios cuando estoy dispuesto a perdonar a otros sinceramente
Perdonar es un milagro que se produce en nuestro corazón cuando conocemos el amor de Dios expresado en un gran abrazo. Jesús nos impulsa a hacer lo mismo que Él hizo por nosotros, es decir, amar y perdonar. Esto mata nuestro orgullo y deseos de venganza liberándonos del peso del rencor. Jesucristo nos enseñó a orar pidiendo perdón por nuestras ofensas así como perdonar a los que nos ofenden.
Si perdonamos a los que nos ofenden nuestro Padre Celestial nos perdonará a nosotros. El desea que reflejemos su amor perdonando sinceramente como dicen las escrituras setenta veces siete, es decir, las veces que sean necesarias casi que perdiendo la cuenta. La gran consecuencia de esto es que Él se olvida para siempre de la falta que hayamos cometido. Esto es más que un acto judicial, es restablecer la paz donde había conflictos.
Es emocionante el amor que Dios tiene por nosotros ya que transmite mucha paz ir hasta Él por medio de Jesucristo en oración para confesar nuestros pecados con la seguridad de que ya fuimos perdonados hace casi dos mil años atrás. Si en este momento sientes mucha culpa por algún error que hayas cometido en el pasado y piensas que fuiste demasiado lejos y crees que no tienes oportunidad de ser perdonado por lo que hiciste hay buenas noticias. Tu pecado no es mayor que el amor de Dios por ti, no insistas en recordar el error que cometiste porque si eres capaz de arrepentirte puedes recibir el perdón si lo haces con verdadera intención.
Cuando Dios nos perdona lanza toda nuestra maldad al fondo del mar y se olvida para siempre. Nuestro Padre Celestial está esperando por ti con sus brazos extendidos diciéndote ven, resolvamos este asunto. Si lo deseas ahora mismo puedes recibir su perdón y recibir la liberación de tu culpa y la alegría de la salvación.
Perdonar hasta setenta veces siete
Entonces se le acercó Pedro su discípulo y le dijo: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano que peque en contra de mí? ¿Hasta siete veces? Jesús entonces le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mateo 18:21-22).
Un día Pedro, uno de sus discípulos, le preguntó al Salvador cuantas veces debería perdonar a su hermano que peque contra él. Jesús le respondió que hasta setenta veces siete debe perdonar. En ese momento Jesús le explicó a través de una de sus parábolas que el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos y cuando comenzó a hacer cuentas llegó a uno que le debía diez mil talentos.
Más como éste no podía pagar mandó su señor venderlo a él y a su mujer e hijos con todo lo que tenía para que se le pagase. Entonces aquel siervo postrado le suplicaba diciendo, señor ten paciencia y te lo pagaré todo, entonces el señor movido a misericordia le soltó y le perdonó la deuda, pero saliendo aquel hombre halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios y tomándolo del cuello le ahogó diciéndole págame lo que me debes. Entonces su consiervo postrándose a sus pies le rogaba diciendo, ten paciencia y te lo pagaré todo más él no quiso sino que fue y lo echó en prisión hasta que pagase la deuda y viendo sus consiervos lo que pasaba se apenaron mucho y fueron y declararon a su señor todo lo que había pasado entonces su señor lo llamó y le dijo: ¡eres un siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné porque me rogaste, ¿no debías haber tenido compasión de tu consiervo como yo la tuve de ti? Y enojado su señor le entregó a los verdugos hasta que pagase toda su deuda. Así también hará el Padre con vosotros si no perdonas de corazón a tus hermanos sus ofensas. (Mateo 21:18-35).
El Perdón de Dios brinda paz
A lo mejor en algún momento de tu vida te habrás preguntado ¿Será que Dios me perdone por lo que hice? Seguramente varias veces te habrás hecho esta pregunta. Probablemente habrás pasado por situaciones donde te has equivocado más de una vez en la vida. Todos alguna vez hemos caído, nos hemos enfrentado a decisiones difíciles y muchas veces nos hemos equivocado. Si alguien no ha pecado alguna vez, ese alguien es Jesucristo.
Él es el mayor ejemplo de fidelidad y que a pesar que fue tentado muchas veces nunca cayó, nunca se rindió y siempre hizo la voluntad de su Padre Celestial por muy difícil que fuera. Al final venció en la Cruz del Calvario por amor a todos nosotros para que pudiéramos tener la oportunidad de vivir con ellos nuevamente, esa era su misión sagrada aquí en la tierra, para que pudiéramos tener salvación si nos arrepentíamos y cumpliéramos sus mandamientos.
Solo imagina aquel momento en que cuando Jesús estaba en la cruz, aquel ladrón que estaba a su lado también siendo crucificado le dijo “acuérdate de mí en tu reino” (Lucas 23:42). Un pecador reconoció que Jesús era el hijo de Dios, creyó en él y en los últimos instantes de su vida rogó perdón. Aquí está solo un ejemplo de tantos donde Dios muestra su gran amor a todos sus hijos. Nuestro Padre Celestial está dispuesto a perdonarnos cuando arrepentidos de corazón vamos hacia Él. Así que si crees que no queda más que hacer, estás equivocado ya que si te has arrepentido de corazón aún tienes la oportunidad de comenzar nuevamente. Tal como dice 1 Samuel 16:7, el hombre mira lo que está delante de sus ojos pero Dios mira el corazón.
Dios confía en ti porque te ama
Dios mira tu corazón y sabe si te has arrepentido sinceramente o no de lo que hayas hecho, así que no te rindas y pide perdón siempre. El Señor te escucha y sabe lo que hay dentro de ti. Muchas veces escuchamos hablar de Dios y nos lo presentan como un ser supremo que está lejos de nosotros, pero realmente Dios es mucho más que eso. Si leemos en Joel 2:13 encontramos que Dios, es un Dios bondadoso y compasivo. Rásguense el corazón y no las vestiduras, vuélvanse al Señor su Dios, porque Él es bondadoso y compasivo, tardo para la ira y grande en misericordia y que no castiga. Podemos entonces darnos cuenta a través de las escrituras que Dios es bondadoso y compasivo, su misericordia es inmensamente grande.
Pero, ¿Cómo no vamos a ser grandes para Dios si Él nos ha creado? ¿Cómo nos va a dejar solos si Él nos ama? ¿Cómo no va a perdonarnos cuando arrepentidos le buscamos si Dios es tan misericordioso y amoroso? Lo que sucede es que nos alejamos de Él y nos salimos de ese espacio donde él nos tiene protegidos y bendecidos. Hoy es el momento para dejar atrás todo lo que nos afecta, nos aflige y nos hace daño y damos ese paso hacia adelante porque Dios nos espera con los brazos abiertos cuando decidamos acercarnos a Él.
Encuentra en Dios la paz, la felicidad y los motivos para nunca rendirte, para que la luz de Dios pueda iluminar tu vida y te haga vivir tranquilo en sus sendas y para que cumpliendo los mandamientos encuentres gozo en esta vida y vida eterna en un futuro. Que esta vida sea una excelente oportunidad para superar las pruebas que tengas que enfrentar y que puedas recibir la fortaleza en el perdón y la gracia de Dios.
Hay un viejo refrán de autor desconocido que parafrasea: no podemos decidir acerca de las situaciones que nos rodean, pero si podemos actuar y decidir como las podemos asumir. Pensar antes de actuar es una muy buena oportunidad para evitar que actuemos de manera inconsciente y desproporcionada. Si lo hacemos nos ahorraremos malestares y no nos sentiremos mal por cosas que hayamos hecho y sobre las cuales tengamos que arrepentirnos.
En todo caso, como seres humanos vamos a fallar y a lo mejor tendremos que pedir perdón a Dios y a quienes hayamos ofendido. Lo importante siempre será reconocer la mala actuación para pedir perdón a Dios y a otros y abandonar por completo el mal comportamiento. Recordemos que sentir el perdón de Dios y de otras personas nos hace florecer el alma y nos limpia de culpas y maldad. El ejemplo máximo nos lo dejó nuestro Salvador y Redentor Jesucristo quien perdonó aun a quienes le maltrataron y crucificaron. Porque si perdonáis a los hombres todas sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial que está en el cielo; más si no perdonáis a los hombres todas sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. (Mateo 6:14-15).
El perdonar es tanto para el ofendido como para el ofensor
Perdonar a alguien por lo que te hizo, ya sea relativamente menor o muy grave, a veces puede volverse insuperable. En ocasiones, este es un proceso que requiere mucho tiempo. Sin embargo, la Biblia es muy clara en que esto es extremadamente necesario para nuestro perdón. No existen condiciones como «a menos que» o «pero». Más importante aún, debemos utilizar a instructores y maestros como modelos a seguir.
Independientemente, en la zona de sus sentimientos donde se vea afectado, la persona que lastimó debería también arrepentirse. Sin embargo, la búsqueda de recuperación no depende de esto solamente. No importa cuál sea la actitud de la otra persona frente a lo que haya sucedido, debes perdonar. Su pecado es asunto de esa persona. Por otro lado, es correcto que algunas personas paguen las consecuencias de sus malas acciones de la misma forma ante las leyes y autoridad que existen en la tierra. De igual manera un día también estarán ante Dios y las cuentas de sus malas acciones se saldarán. Porque Dios es un Dios justo y la venganza y el juicio total pertenecen solo a Él.
Es importante comprender que el perdón no es un sentimiento, sino una gran decisión. Elegir perdonar significa que tienes que inclinarte ante Dios para obtener el poder de perdonar a quien sea necesario perdonar. Esto es elegir, no dejar que los pensamientos de odio y resentimiento gobiernen tu corazón. Aunque nuestros sentimientos no son así, esta es una elección, buscar la ayuda de Dios y no devolverse al pasado te brindará paz y consuelo. Nunca hay que olvidar que el poder que necesitamos proviene del Espíritu Santo. Las escrituras son muy claras al decir: El que maldijo a Jesús no respondió con una maldición; cuando sufrió, no amenazó, sino que confió la causa a un juicio justo, tal como lo dice 1 Pedro 2:23. Nunca olvides que cerca de Dios, en su amor, encontrarás todo lo que necesitas.